martes, 14 de diciembre de 2010

El niño y el deporte por Jorge Bleitz

El ejercicio físico regular es beneficioso para la salud, tanto en la niñez como en la adultez, reduciendo la morbimortalidad cardiovascular, ya que es sabido que el proceso aterosclerótico comienza en la infancia.

Las adaptaciones fisiológicas al entrenamiento físico a través de cambios bioquímicos y tisulares, conducen a las siguientes ventajas:
• Mejora la función pulmonar.
• Ayuda a mantener una presión arterial estable.
• Reduce el riesgo aterosclerótico.
• Disminuye la resistencia a la insulina.
• Fortalece los tejidos articulares previniendo posibles lesiones.
• Facilita la eliminación de secreciones bronquiales.
• Mejora la postura corporal.
• Desarrolla la flexibilidad.
• Genera estados de ánimo positivos.
• Ayuda a mejorar estados de ansiedad.
• Estimula el crecimiento y el desarrollo físico-psíquico.
• Mejora el desarrollo psicomotor.
• Favorece la autoestima.
• Reduce las horas de exposición a TV/videojuegos/computadora.
• Disminuye el sedentarismo.
• Disminuye la obesidad.

Pero una pequeña proporción de atletas está a riesgo de presentar una muerte súbita cardíaca (MSC) relacionada con el ejercicio.
La incidencia de MSC es muy baja, pero el impacto médico y social que provoca es muy significativo. La mayoría de los jóvenes atletas que murieron súbitamente presentaban una cardiopatía estructural no diagnosticada, siendo la miocardiopatía hipertrófica (MCH) la principal causa.

La evaluación médica pre-competitiva (EMPC) ofrece la posibilidad de detectar anomalías cardiovasculares en los deportistas, previniendo así la muerte súbita en el deporte al descalificarlos para la actividad competitiva. Dicha evaluación incluye esencialmente el electrocardiograma (ECG), que ha demostrado ser efectivo para detectar pacientes con MCH. Hay otras patologías cardíacas, mucho menos frecuentes, llamadas disturbios eléctricos primarios, que provocan severas arritmias durante el ejercicio, las cuales también pueden ser detectadas con el ECG.

La mayoría de los estudios publicados sobre EMPC en deportistas jóvenes incluyen poblaciones entre 12 y 35 años de edad, por lo cual cuando queremos evaluar a la población infantil, con niños en diferentes deportes ya desde los 6 años, nos quedan dudas al momento de prescribir un certificado de aptitud física en dicho grupo etáreo.

Un certificado de aptitud fisica no es lo mismo que un certificado de salud .

Salud es un término general que involucra un bienestar bio-psico-social.

El término aptitud, es más específico, pues comprende las capacidades físicas de un individuo, innatas o adquiridas, que el mismo posee para desarrollar con eficacia y eficiencia un determinado deporte, sin menoscabo de la salud.

Otro aspecto importante es la actitud del niño frente al deporte, ya que si bien la mayoría son activos, están los que son sedentarios y recién se inician en el deporte, siendo este último grupo sobre el cual debe hacerse el mayor esfuerzo, pues más allá de estar sanos o enfermos pueden tener agregados factores de riesgo (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, tabaquismo, obesidad, diabetes).

También es importante considerar el tipo de deporte que el niño realizará, pues si bien en todos se desarrollan las habilidades y destrezas básicas, cuando se trata de deportes complejos (por ejemplo: tenis, básquet, fútbol) el entorno es cambiante y los mecanismos de percepción-decisión-ejecución se enfrentan a una alta exigencia (adversario) con una regulación externa del movimiento que niño no puede controlar, con un marcado carácter competitivo (individual o colectivo).

Cuando hablamos del ejercicio a nivel escolar, sabemos de los beneficios en el desarrollo integral del niño (motor, cognitivo, afectivo-social), y que la actividad lúdica es insustituible, pero se producen pocas adaptaciones fisiológicas al ejercicio, por lo cual cuando el niño desea emprender algún deporte debe estar bien evaluado y supervisado por profesionales. Esta INICIACION DEPORTIVA (juego predeportivo adaptado) comprende el desarrollo de habilidades y destrezas motrices INESPECIFICAS (coordinación, percepción, juegos colectivos genéricos) entre los 6 y 10 años (prepúberes), y el desarrollo de habilidades y destrezas motrices ESPECIFICAS (técnica, táctica, reglamentos, capacidad de ejecución, competición como sinónimo de superación, cooperación, interés y motivación) entre los 11 y 14 años (púberes).

Si un profesor de educación física desea evaluar la aptitud física de los alumnos, puede recurrir a un test de campo llamado de los 12 minutos o test de Cooper, el cual realizado bajo condiciones ambientales favorables es una herramienta valiosa para determinar la capacidad aeróbica o capacidad funcional (CF). Si se advierte que algún alumno presenta alguna sintomatología (palpitaciones, disnea de esfuerzo, mareos, cianosis, alteraciones de la frecuencia cardíaca, síncope de esfuerzo) probablemente requerirá de estudios cardiológicos complementarios (ergometría, Holter, tilt test, ecocardiograma) según corresponda. Luego de las evaluaciones pertinentes y descartadas las potenciales etiologías cardiovasculares, se puede comenzar a mejorar la aptitud física del niño. Para ello, se comienza a trabajar sobre la CF, la cual se logra mejorar con programas de 8 o 12 semanas (de 3 o 2 estímulos semanales respectivamente) alcanzando un total de 24 estímulos. Estos programas me parecen los más adecuados, pues si queremos implementar ejercicios diarios probablemente fallemos ya que el niño además de las exigencias escolares generalmente está enrolado en otras actividades sociales y no contará con el tiempo necesario. La intensidad de trabajo inicial es de un 50-60% de la máxima CF medida en la ergometría realizada previamente. Luego se aumenta la intensidad del ejercicio progresivamente hasta un 80-90% en las dos últimas semanas. El concepto de PROGRAMA es fundamental, pues ello implica un orden y una continuidad en los ejercicios, y una vez que el niño recuperó su CF probablemente haya incorporado también hábitos saludables que lo ayudarán a mantenerse apto por sí solo.

Finalmente, podríamos resumir que el niño puede realizar actividad física escolar luego de una minuciosa historia clínica y un completo examen físico con hallazgos negativos y sin evidencia de enfermedad cardiovascular. El rol del ECG en este grupo es discutido, pero no tengo dudas que debe agregarse el ECG en la EMPC de todos los niños deportistas.

Dr. Jorge Bleitz. Servicio de Cardiología del Hospital de Niños Madre Superiora Sor María Ludovica.